El Índice de Riesgo Climático Global publicado recientemente (2016) reconfirmó el hecho de que, en general, los países menos desarrollados y las regiones más pobres del mundo son los más vulnerables a los impactos del cambio climático global. Esta tendencia es cierta para Centroamérica, donde los cuatro países más pobres de la región - Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras (Banco Mundial, 2013) - se encuentran entre los quince primeros del mundo en riesgo climático a largo plazo (Índice Global de Riesgo Climático, 2016). En estos países, ya plagados de abrumadores problemas sociales, ambientales y económicos, el aumento de la presión del cambio climático pone en gran riesgo la estabilidad, la paz y la prosperidad, exacerbando las condiciones que ya provocan que muchos niños y jóvenes migren sin autorización oficial (Martin & Herzberg, 2014).
En 2014, esta condición desencadenó lo que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, denominó en ese momento "una situación humanitaria urgente". Más de 70.000 niños y menores no acompañados llegaron a la frontera entre Estados Unidos y México, más del 70% de los cuales procedían de los países del Triángulo Norte de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador (Departamento de Seguridad Nacional, 2014). Huyendo del crimen, la violencia y la falta de oportunidades educativas y económicas (Hanson, 2016), esta ola de jóvenes inmigrantes representa un grupo demográfico para el que contemplar un futuro en casa es contemplar un futuro sin esperanzas. Este grupo demográfico no es insignificante. Con más del 50% de la población menor de 25 años (Perspectivas de la población mundial de la ONU, 2015), y más de uno de cada cinco adolescentes ni asiste a la escuela ni tiene empleo (Organización Internacional del Trabajo, 2013), hay más de un millón de jóvenes. personas que enfrentan circunstancias similares a las que ya han tomado la difícil decisión de migrar a Estados Unidos (Banco Mundial, 2016).
Según UNICEF, el cambio climático en los próximos años será cada vez más la causa de migraciones de personas a gran escala que serán lideradas en la mayoría de los casos por jóvenes más dispuestos a asumir riesgos (Martin et al., 2014). La acción proactiva para desarrollar soluciones regionales que inviertan en oportunidades para los jóvenes al mismo tiempo que construyen la resiliencia climática es esencial para brindarles a los jóvenes una razón para no migrar. Sin esto, Estados Unidos y Centroamérica, esta región única de: vidas, economías, cosechas de alimentos y culturas entrelazadas, terminarán enfrentando una trágica crisis humanitaria en los próximos años.